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Sobre la complejidad del absurdo









Cubo negro y personas de traje.

A sus espaldas, el público se acomoda.

Un funky los recibe para empezar a jugar.


Reglas para ocupar un lugar en el paraíso es un juego paradojal del que no es fácil ser parte. Con un trasfondo de reflexión filosófica, el grupo de teatro El Cíclope incorpora un formato complejo donde los personajes replantean cuestiones del orden moral y social.


No se puede sentar porque no cree.


Allí donde sentarse es parte del juego, donde cuestionar el destino y el libre albedrío plantea una suerte de paralelismo con lo pedagógico. Reglas para ocupar un lugar en el paraíso es una dinámica de escenas hiladas entre sí con una progresión y temática destacadas. Diego del Valle, desde la dirección, supo guiar a los actores dentro de este formato donde las canciones también conectan, donde el sonido del trueno implica transición. Milagros Di Gregorio, Juan Manuel Belbruno, Osqui Daniel, María Carolina Schmidt, Sol Zaragozi, Martina Paula Borgna, Brian Fernández y Ana Capellupo son quienes encarnan a estos curiosos personajes, construyendo un mundo que fácilmente podríamos imaginar pero que resulta por demás absurdo.


Quiero que cumplan con aquello a lo que están destinados.


¿Cuál es nuestro destino? ¿Quién decide sobre nosotros y nuestras vidas? ¿Hasta qué punto éstas dependen de cada individualidad? Son preguntas que hacemos frecuentemente. Reglas para ocupar un lugar en el paraíso representa la oportunidad de verlas plasmadas en escena. Tarea compleja que Diego del Valle ha llevado a cabo, en una puesta que pide un espacio más grande, por tratarse de juego, por hablar de paraíso, por la presencia de los cuerpos.


Ellos no sienten, están más allá del mal.


Ángel y Demonio miran televisión absortos mientras repiten los mismos textos; reflejo de la facilidad con que muchas veces entramos y salimos del discurso. El absurdo de la pregunta sobre el destino aparece junto a la antítesis del juego: acotado por los parámetros sociales, pero a su vez oportuno, en su condición de renovador.


La compañía teatral El Cíclope complejiza en esta puesta la pregunta por el destino, en una suerte de enredo de preguntas filosóficas, cuestionamientos en relación a lo pedagógico, y burla hacia los condicionamientos sociales. Sobre la complejidad del absurdo, no en tanto género teatral sino en términos de lo que nos atormenta como sociedad y que a la vez representa un motor para nuestra existencia.




Micaela Gaudino












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