Una nueva experiencia de lo teatral

El jueves pasado presencié, sin saberlo (o sin recordarlo) una función distendida de Código Pirata y el Cofre de las Princesas.

¿Qué es una Función Distendida?

La Función Distendida (Relaxed Performance) es una función sutilmente modificada para beneficiar a personas con capacidades sensoriales diferentes, o que padecen algún tipo de trastorno de aprendizaje, de psicomotricidad, de espectro autista, o tienen necesidades especiales en la comunicación. Las luces y el sonido suavizarán su impacto, habrá lugares de descanso y la actitud en la sala será tolerante y relajada en cuanto a ruidos y movimientos durante la función. –

Quizás se trate de una nueva manera de concebir el Teatro, en tanto ritual, para el cual siempre nos preparamos. Pero yo no sabía, o no recordaba; sólo vi: escenario aparentemente desprovisto de escenografía, luces de la gama del azul y el amarillo, una actriz (con vestuario de personaje) que nos da la bienvenida, la música “de aventuras” sonando durante el ingreso del público... Durante toda la función la luz de público permaneció encendida. ¿Qué pasó? Los murmullos del lado de las butacas eran aún más intensos que las voces que venían desde el escenario.

No sabía yo, que estaba a punto de presenciar un espectáculo y función particulares. Allí donde lo inesperado se hace presente, invade y no por ello detiene la magia del teatro, aquella que permite que incluso ante lo que podría considerarse un “problema” las situaciones y la acción avancen. Es responsabilidad de Matias Exequiel Cancemi, desde la dirección, que tales acontecimientos se hayan dado en el marco de una función teatral, a cuya forma estamos tan malacostumbrados: ya sabemos que el Teatro se disfruta de determinada manera.

¿Qué pasa cuando se comparte de otra? ¿Qué podría pasar si imagináramos el suceso teatral desde otro ángulo, desde otra perspectiva?

Carlos Alvarez, Camila Bastida, Nicolás Bogado, Viviana Clement Arencibia, Nahuel Da Costa, Micaela Zaikoski son también responsables, por haber hecho llegar al público una experiencia completamente distinta del Teatro, entendido como experiencia, como aprendizaje y como significación. No sólo han sido fieles a lo que como actores trabajaron evidentemente en el proceso de armado de la obra, sino que han podido adaptarse (con la permeabilidad y ductilidad que debieran ser inherentes a un actor/actriz) a los acontecimientos particulares que tuvieron lugar. Como trabajadores del Teatro, mantuvieron la acción espontánea, sin salir de la situación a desarrollar en escena, incluyendo estímulos externos como los que proponía un niño que subió al escenario y no bajó hasta el final de la función. Eso que en un espectáculo tradicional podría entenderse como un problema, ahí simplemente era parte de una función distendida, estaba bien y hasta resultó enteramente disfrutable y maravilloso de apreciar.

El espectáculo se completó con los trabajos de Wilfrida Zarza en vestuario y la escenografía de Hernán Thodisco que aportaron al mundo de estos piratas y princesas en escena, introduciendo incluso contenido relacionado a la tecnología y al mundo moderno, que nos es tan cercano.

El humor fue un condimento esencial en el espectáculo porque nos volvía cómplices de la situación e incluso nos permitía formar parte. Principalmente las parodias de determinadas películas y de los personajes estereotipados del pirata y la princesa provocaban la risa en los espectadores. Las coreografías de Soledad Ravazzoli sumaron dinamismo a las situaciones y, combinadas con las canciones que tanto conocemos niños y adultos, aportaron al espectáculo ese tinte de color que sostenía la atención.

Código Pirata y el Cofre de las Princesas ofrece entonces otra experiencia de lo teatral, mucho más integradora y amplia: allí donde el Teatro se hace presente y hace avanzar la acción, incluyendo personajes, situaciones y nuevas experiencias artísticas.

Micky Gaudino.