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El teatro es aún, juego.









El espacio formal. La forma del espacio.

Una mesa, un vino. Traje y pañuelito. Pero la seriedad, ante todo.


Si hay errores... la seriedad los pondrá en su lugar. Si una luz permanece ahí, si no se apaga...

ante todo la seriedad.



Suena un jazz y estos dos hombres nos miran espectantes.

"¿Están listos?", pregunta uno de ellos, sin entender por qué la pregunta.

Y es que Los Trento se cuestionan mil cosas... cuestionan la palabra. Pero quizás "cuestionar" queda aún en la forma.

Ellos juegan, transitan, transforman: donde tomar un vino puede ser como besar a una mujer (en la parodia televisiva del marketing), donde aquello que a veces resulta atractivo es, la mayor parte de las veces, ampliamente ridículo. "Es bueno", dice el actor y atenta contra un sinfín de palabras técnicas que acuden a explicar el fenómeno de la cata de vino de la manera más ridícula. Porque la clave está en la burla.


El código de Los Trento llega al público de manera efectiva: la burla funciona en tanto y en cuanto permanezca en ellos la seriedad; en tanto usen el conflicto (un pañuelo extremadamente largo que se enreda, un vaso que se rompe) como alimento para el desarrollo de la situación. Maximiliano y Leonardo Trento son los responsables de tan preciso y eficaz trabajo, donde movimientos en escena y música sonando se combinan y fusionan en pos de la situación. Hablamos de situación y no de escena porque con Los Trento nada se instala: pasamos de una situación a la otra casi sin darnos cuenta, en un trabajo sobre la comicidad que se sostiene desde la sorpresa.


En la parodia del tango y diversos estilos musicales, es la música la que lleva al cuerpo y casi que podemos imaginar cómo fue el proceso en que se formó el espectáculo: ¡puro impulso! Vemos cómo sucede una situación y la otra, casi sin forzar se diría, por asociación de ideas. La música guía la acción y las acciones son, por ende, profundamente musicales. Gracias a este aspecto el público permanece atento todo el tiempo.

En el Belisario Club Cultural, Los Trento incorporan además otros artistas a la escena: esta vez fueron el Payaso Chacovachi y Desconchertados Compañía Artística, que sorprendiendo al espectador musicalizando la acción. Es una comedia del sinsentido, donde los actores son músicos, pero además conciben la participación activa del público que dócilmente "se deja invitar" y no para de reír.


El espectáculo de Los Trento es la síntesis justa de la escena en el cuerpo y la voz; un show de humor que no recae en la superficialidad del sketch (al que por momentos también burla) ni tampoco en estereotipos trillados que agotan al espectador. Todo disfrute y fortuna para el público, que admira el teatro en la unión perfecta con la música: ahí donde la acción tiene cuerpo y melodía, ritmo y densidad.



Micaela Gaudino.







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