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Maipo Sensible

En el Maipo hay tambores. En el Maipo, el tabú. Cuerpos desnudos en el Maipo. Y, afortunadamente, una parte del Maipo se desmorona...

Actores y actrices que exhiben sus cuerpos y reciben al público. ¿Qué podemos hacer en escena? ¿Qué de ello podemos mostrar en el Teatro Maipo?

Ayer el Teatro Sanitario de Operaciones expuso 9 VARIACIONES SOBRE LA SENSIBILIDAD. Algunos actores/intérpretes subieron al escenario a repetir un texto. El texto repetido se banaliza, pierde de a poco el sentido y sólo lo recupera en escena. Porque ahí todo significa: las palabras en su máxima potencia, cada una de ellas, se enriquece en el escenario. Ayer el Teatro Sanitario de Operaciones llegó al Maipo y llegó, en parte, para burlarse. En una puesta óptimamente adaptada para un espacio ornamentado (para el show, la revista), el TSO habitó cada hueco, cada ángulo, sirviéndose de la performance como caballito de batalla.

El poder de la imagen es el que inquieta al espectador, y la imagen se vale de la metáfora, de lo simbólico. Ayer en el Maipo hubo traspolacion de la imagen a la escena, en una interrelación sumamente interesante de espacios y situaciones.

Una mujer embarazada. Una mujer pariendo. El actor en el arnés. Un bebé que nace.

No hay explicaciones válidas cuando de sensibilidad se trata. Sólo gritos de dolor, cuerpos en movimiento. La música que envuelve, la luz que alimenta. El TSO pareciera tener una bandera al frente: la de la insinuación y la provocación. Aquella que inquieta al espectador y lo corre del lugar cómodo. Ahí donde la actuación confunde, por ser aún sensible. Pero así como el Maipo, el espectador también se desmorona. Cae la frialdad que lo caracteriza y que parece imprescindible a la hora de ver un espectáculo. La performance del TSO (que lejos está de quedarse en el concepto), acude para destruir el rol pasivo del espectador. El poder de transmisión del cuerpo es demasiado potente para tenerlo ahí sentado, aparentemente inmune. Para ello, la puesta desdibuja los límites entre actor/espectador: apela a la variación del ritmo, donde después del descontrol aparece la fragilidad, después de la aparente impunidad resurge la imagen... sutil, vivaz.

La puesta en escena de 9 VARIACIONES.. se caracteriza por un aprovechamiento óptimo del espacio que no muere en el escenario, sino que abarca el palco, las butacas, el atrás (por demás olvidado) y hasta el techo del Teatro. El TSO se sirve para ello de dispositivos escénicos sorprendentes que mantienen despierto al espectador. Y con ello vamos a la burla: burla de lo cultural, lo social (si, en el Maipo) donde "cambiamos sexo por píxeles". El TSO se burla con ganas, porque "aquello de lo que no se habla, deja de existir".

Las luces están entre el público. La luz es circunstancia. En 9 VARIACIONES.. la luz busca a quien dice, porque también provoca. Y la luz encuentra, casi sin querer, a la célebre Eleonora Casano, a quien (quizás, mal acostumbrados) aplaudimos sin cesar... ¿Para qué? Si disfrutamos de su baile como del espectáculo entero. Porque su baile está perfectamente inmerso en la propuesta del espectáculo.

Para coronar, una idea tan mitificada como la idea del mismo Teatro Maipo: el tango. ¿Qué más? El Tango en el Maipo. Expresión máxima de sensibilidad porteña. La milonga, la ambigüedad. Es la imagen del tango, nuevamente, tan poderosa como la de la argentinidad (un poco falsa, chata, escueta), aquella de la que el TSO se burla y que sin embargo se vuelve a nosotros tan mágica.

Sensibilidad: si pudiéramos hablar de ella... expresión de amor, pero también de violencia. Explosión sonora y múltiple, donde la imagen atrae, donde miramos pero no queremos mirar.

.Micaela Gaudino


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