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Lucha entre Tótem y Tabú

Sólo me interesa lo que no es mío. Antropofagia.


El poder del títere sigue sorprendiéndonos día a día. Un objeto movido en función dramática muchas veces alcanza una densidad de la expresión que supera en creces a la del actor. La transformación permanente del tabú en tótem es un experimento, donde hombre y títere se encuentran, se fusionan y hasta compiten por la atención del público. Pan y Arte Teatro es el lugar del suceso que nos ofrece la posibilidad de adentrarnos en un mundo que, a veces, nos resulta bastante extraño.

En una hermosa sala se instala un cuadrado negro: el espacio dentro del espacio. Una pecera, una pantalla. La mesa y la silla. El actor en blanco y negro, vestido de smocking, aparece “destartalado” en el piso, como si fuese un muñeco al que dejaron tirado. Y la potencia de la máscara blanca que lleva puesta y que, en su expresión constante, es reflejo perfecto del drama humano.

¿Es dueño de su cuerpo este títere? Intenta levantarse y no puede. Mueve cada parte de su cuerpo como si la descubriera allí, por primera vez. Con el rostro borroneado y el drama impreso en la máscara, sostiene un grabador (dispositivo escénico que podría resultar por demás antiguo), y cuenta con el cuerpo aquello que oímos salir del aparato: “es el drama del hombre de traje y bombín”, dirían muchos. ¿El drama o la comedia del ridículo? La transformación permanente del tabú en tótem consiste en un juego constante que bordea el límite donde lo ridículo es dramático pero también gracioso, donde este hombre/títere desespera por un poco de emoción, se mueve con el sonido de un violín triste y sacude su cuerpo cuando suena un discurso político. El rostro se vuelve títere, y el actor se desprende sólo en parte de esa máscara dramática, para darle vida al objeto, de nuevo, y sorprendernos con sus múltiples posibilidades de representación.


Leandro Martine encarna este personaje (a veces hombre, a veces títere), dueño de un poder de disociación física importante que, como público, nos mantiene alerta, nos emociona, nos saca risas y también nos ubica en un lugar crítico. El actor es preciso en cada movimiento por lo que cada acción significa y es potente. Mónica Martínez, desde la dirección, supo instalar en escena un código que se vincula fuertemente con el juego, donde cada objeto está en escena por y para algo, donde menos es más y la estética se vuelve atractiva.

El montaje sonoro a cargo de Pablo Albini, cumple un papel primordial; cuando a veces la música está “de fondo” o funciona como “colchón” de aquello que sucede, en La transformación permanente del tabú en tótem el sonido resurge para tomar el primer plano: construye y funciona muchas veces a modo de “guiño” al espectador. El actor y el universo sonoro discuten en escena, juegan, difieren y coinciden. Es muy atractivo para el espectador ver esta oposición.

Dentro de la realización audiovisual, encontramos a Lilén Barberis y Maia Basso que introducen en escena dispositivos como cámaras, transmisión en vivo, videos y palabras escritas proyectados en pantalla. Leandro Martíne nos habla de golpe con un lenguaje que podríamos considerar técnico, y se sirve de la pantalla (imágenes y palabras proyectadas en escena) para dar fuerza a su testimonio:


“Me cuesta arrancar”. “Me cuesta dar el primer paso”


Aquí el tono cómico de la desgracia, del drama, se hace lugar: donde el testimonio de un pobre hombre aparece en tono de discurso político (la ambigüedad lo hace más rico todavía), donde la voz del actor se va y resurge el silencio, resurge el sonido… y los títeres que, como dijimos antes, tienen tal poder… En medio de la escena también brota el tabú: el actor rompe un títere (¡por dios!), y come lo que encuentra en su interior (antropofagia); asfixia al títere con su propia máscara y le quita sus pertenencias.


Sólo la antropofagia nos une.


La transformación permanente del tabú en tótem es, probablemente, una burla a los fanatismos, a ciertas obsesiones del ser humano y el quiebre de éstas por la aparición del títere. ¿Es un objeto? ¿Tiene u otorga poder? ¿Quién es el que manipula y quién es manipulado? Quizás podamos hablar de tótem, por ese poder del que hablamos y que caracteriza al títere. Finalmente toma el lugar del hombre, hombre y títere se vuelven lo mismo y la historia se repite. Destartalados en el piso, buscan aquella nueva y fuerte emoción.




Micaela Gaudino.






Integrantes


Idea, textos y actuación: Leandro Martinez

Dramaturgia escénica y dirección: Mónica Martínez

Asistencia de dirección y montaje sonoro: Pablo Albini

Realización audiovisual: Lilén Barberis, Maia Basso.

Diseño y construcción de títeres y escenografía: Mónica Martínez y Pablo Albini.

Fotografía: Gregorio Basualdo.


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