Espectadores de la Angustia
“¿Qué he hecho de mi vida?” En medio de la oscuridad de la sala y con apenas algunas luces de led, suena la voz de Erdosain, pintoresco personaje creado por Roberto Arlt, que ahora se muestra ante nuestros ojos en un cuerpo abatido y desalineado. Nada más “lindo” para el espectador que ver las propias miserias trasladadas a la escena. Así, encontramos al típico hombre angustiado del siglo XX, rodeado de otros personajes igualmente marginados. La Compañía Teatral Quinto Piso, bajo la dirección de Daniel Godoy, ha confeccionado un interesante despliegue de escenas que se suceden en Paraje Artesón (Palestina 919), los sábados a las 22.30 hs, donde los cuerpos sólidos, presentes, casi agresivos, cuentan al espectador esta maravillosa obra escrita por uno de los mejores escritores de la Argentina. La belleza del texto es el complemento perfecto para los cuerpos que vemos en escena, cuerpos de esencial crudeza, casi esquemáticos: fieles representaciones de los contemporáneos, esos que están bombardeados de información, agobiados por el trabajo y desprovistos de sensibilidad.
Los Siete Locos es el encuentro de todos los conflictos sociales, el cuestionamiento de lo incuestionable: la moral que se manifiesta erguida ante nosotros. Así, siempre en escena y en constante enfrentamiento, Marcelo Gil, Felipe Ponce de León, Federico Laporte, Marcelo Gamarra, Daniel Bermejo, Bárbara Posesorski, Fabían Caló, Mariano Madrazo, Yamila Etchevarne y Fernando Bender, componen los siete personajes marginados de la sociedad (y sus correspondientes acompañantes). Quizás el “pequeño” espacio de Paraje Artesón fue más que suficiente para proyectar semejante historia, quizás obligó finalmente a los personajes a coexistir en escena, tal como (nos) sucede en la realidad. Los Siete Locos es el encuentro inevitable de los marginados: ¿qué “derecho” tendrá uno de juzgar al otro? ¿Cuál será más recto, digno y decente para hacerlo? ¿Qué pasaría si todos se unieran en una alianza para la "Revolución Social"? Y, por sobre todo, “¿quiénes van a hacer la revolución social sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna?” El robo, la prostitución, el placer y la angustia son protagonistas: los peores atropellos que un ser humano pudiera cometer (en relación a la moral que sostiene la sociedad moderna) se ponen en cuestión gracias a la obra arltiana. Aquello que aparece juzgado como un pecado es puesto en escena como la evidencia de una posibilidad casi natural.
De la mano de Daniel Godoy, Gisell Vitullo (escenografía), Yanet Natalí Laiz (vestuario) Víctor Olivera (iluminación) y Leandro Bisogno (música), la puesta en escena construye un mundo de la gama de grises, blancos y negros, donde el maravilloso trabajo de los actores, trazando diagonales en el espacio y confrontándose en escena, refleja una dinámica sumamente atractiva para el observador: los personajes son a la vez espectadores de lo que ocurre en el espacio. También observan.
En la voz y el cuerpo de Erdosain, vemos encarnada la figura del hombre angustiado del siglo XX, aquel del que habló Albert Camus: la angustia es (sigue siendo), la que nos hace cometer las peores locuras e inmoralidades. En el caso de Erdosain, el robo de $600 a la industria azucarera, lugar donde trabaja. En el caso del Rufián Melancólico, la administración y sostén de un prostíbulo. Es que en Los Siete Locos no hay lugar para la lógica de la ética y la moral, porque ambas son, justamente, cuestionadas. La realidad exige a Erdosain una nueva forma de entendimiento y el Astrólogo (dueño de “nuevas ciencias”, nuevas verdades) propone otra religión, “algo extraordinario”, aquello que salve al mundo del torbellino de ideologías en que está inmerso. La voz del Rufián Melancólico aparece de nuevo para evidenciar eso que, incluso actualmente, nos convierte en ciudadanos hipócritas: “La sociedad actual se basa en la explotación del hombre, de la mujer y del niño (…) ¿Quién es más desalmado, el dueño de un prostíbulo o la sociedad de accionistas de una empresa? ¿No le exigían a usted que fuera honrado con un sueldo de cien pesos llevando diez mil en la cartera?”
El juego de luces, música y cuerpos en el espacio, plasma en la escena el maravilloso texto de Arlt. Se trata de una interesante dinámica de puesta y actuación que Daniel Godoy utiliza para contar la historia de un típico infeliz, aquel que es abandonado por su mujer y a quien otros agreden constantemente; quien ya no encuentra el sentido de una sociedad (igual a la nuestra) cuyo motor y consecuencia es, básicamente, uno solo: la angustia y el temor al vacío.
Micaela Gaudino
Ficha técnico artística
Autoría: Roberto Arlt
Actúan: Fernando Bender, Daniel Bermejo, Fabián Caló, Yamila Etchevarne, Marcelo Gamarra, Marcelo Gril, Federico Laporte, Mariano Madrazo, Felipe Ponce De León, Bárbara Posesorski
Escenografía: Daniel Godoy, Giselle Vitullo
Caracterización: Carolina De Innocentiis, Camila Uribe
Maquillaje: Carolina De Innocentiis, María Belén Trotta, Camila Uribe
Diseño de vestuario: Yanet Natali Laiz
Diseño de escenografía: Giselle Vitullo
Diseño de luces: Victor Gabriel Olivera
Realización de vestuario: Yanet Natali Laiz
Música original: Leandro Bisogno
Expositores: Enrique Ubertone
Diseño gráfico: Matías Dimarsico
Puesta en escena: Daniel Godoy
Dirección: Daniel Godoy