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El absurdo cuestiona el Arte

Tengo que comprar cuadros porque mi hermana es fea y me va a costar caro.

En la quietud de la escena, el sonido del violín; en la libertad del baile, el espacio gris. Un señor se regodea en el sillón dorado, mientras detrás la música permanece encerrada. Es el dibujo del mundo clásico, la "alta sociedad" que se abre lejos de nosotros. Hablamos de El cuadro porque el cuadro es la escena, por los detalles, por los colores.

Gastón Zambón es el encargado de dirigir un trabajo que combina movimientos coreografiados en el espacio, musicalidad tanto en las acciones como en la voz y fundamentalmente un estilo de actuación que va de la mano con la dramaturgia: "el teatro del absurdo cuestiona la sociedad y al hombre a través del existencialismo, resaltando la incongruencia entre el pensamiento y los hechos..." El distanciamiento, el contraste entre una acción y otra y la mirada al frente hacen de la puesta un complejo trabajo que atrae la atención del espectador.

Patricio Muñoz, Pablo Kusnetzoff, Nicolás Verdier y Yili Di Lauro son los actores que han sabido encarar esta producción donde la música y los silencios se combinan dentro de una dinámica sorprendente. Las actuaciones son notables, las acciones precisas, nada queda librado al azar: el espectador ríe y también piensa acerca de algunas problemáticas sociales plasmadas. El cuadro es parodia del lugar de poder y también parodia del drama. Un señor gordo hipnotiza al artista con una moneda y aquieta al prisionero con un trozo de comida; debe conocer el precio de la obra antes de ver la obra en sí y luego de escatimar con el valor y subestimar al artista, termina sacando provecho de éste. Sin embargo, no es lógica: hablamos de absurdo y muchas cosas ocurren al mismo tiempo. Muchas veces no sabemos dónde mirar, a quien escuchar.

El diseño de iluminación por David Seldes genera climas diversos y acompaña la acción coreografiada. Combinación de luces cálidas para transportarnos a la idea de "cuadro" y colores fríos para transiciones o "apartes" donde la clave es alejar al espectador de lo que está ocurriendo. La escenografía a cargo de Gastón Zambón, Mariana Lezama y Javier Ruiz construye un mundo de la gama de los grises y los dorados que resalta la imagen y aprovecha la profundidad del espacio.

Quizás una de las temáticas mas interesantes planteadas en la puesta sea el rol del arte en la sociedad. El arte en relación a la ciencia: "Sólo la lógica demuestra mientras que el arte sugiere". Aparece la burla en relación a los artistas y la imperiosa necesidad que los aqueja: "...el arte también se paga" dice el pintor, pero es que "el artista no es un comerciante" y termina haciendo todo "por amor al arte".

El diseño de movimiento por Oscar Saravia otorga al espectáculo un ingrediente imprescindible que hace al estilo. El espacio se agranda con la salida por la derecha del espectador y el "atrás" que alimenta lo siniestro. El tratamiento de las diagonales es fundamental y los cambios de ritmo desde la actuación enmarcan el código a la perfección.

El espectáculo propone un modo de cuestionar el lugar del arte y del poder en la sociedad: el arte como artificio, incluso como distracción, donde la imagen de una mujer en un cuadro puede excitar a un hombre, la mujer puede ser su hermana; el prisionero sale de su jaula, el otro sobrevive a un disparo y el sueño parece realidad.

Micaela Gaudino.

FICHA TÉCNICA

ELENCO

El señor gordo: Pablo Kusnetzoff El Pintor: Nicolás Verdier Alicia: Yili Di Lauro El músico: Patricio Muñoz

ESCENOGRAFIA Y VESTUARIO

Mariana Lezama – Alicia Boffi

DIRECCIÓN

Gastón Zambón


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